lunes, 4 de agosto de 2008

Little Italy, Nueva York

LA ESÉNCIA DEL EXPRESSO

Parecerá mentira, pero aquello que nos parece lo más cotidiano, y no le damos ningún tipo de valor pasa a ser de vital importancia en un lugar en lo que lo cotidiano de aquí pasa a ser exótico, y lo exótico pasa a ser cotidiano, o no.

Estados Unidos tiene muchas cosas buenas y muchas cosas malas, y Nueva York, no como ciudad americana sinó como capital mundial también las tiene. Pero si hay algo por lo que no destaca Nueva York es por su comida, no porqué la comida sea mala, ya que para aquellos que tienen poder económico pueden disfrutar de los mejores restaurantes, pero sí que tienen deficiencias culinarias en lo que a clase media/baja se refiere.

En este punto es donde tomó una gran importancia para mi Little Italy, en Nueva York, un barrio en el centro de Manhattan, limítrofe con Chinatown o el Soho, ya que quieras que no es como encontrarte en medio de Italia, que a mi me pareció como encontrarme en medio de cualquier ciudad española, ya que se come con pan, pasta, cubiertos, platos normales, etc.
Little Italy, como no, pasa a ser un centro de restaurantes italianos, que se mezcla con otros comercios típicos italianos, pero a los que llevamos un tiempo por allí, el olor a mediterráneo lo sentimos en los restaurantes, y eso cuando uno lleva tiempo fuera es de agradecer.

Afortunadamente, entramos en un restaurante italiano en el que el dueño coincidió ser de Sorrento, un pueblo italiano del sur de la península y que afortunadamente coincidió ser la villa natal de uno de mis amigos que me acompañaban. Así, el buen hombre, nos atendió de maravilla, y, al menos eso quiero creer, nos agasajó con sus mejores platos sin machacarnos con el precio. El mejor momento, como no, fue el del café, y es que desde el principio no le quité ojo a la máquina de café que había en el restaurante, una máquina de las nuestras, de las de nuestros bares y cafeterías. Y finalmente llegó el momento, el café, un expresso de verdad, como los de aquí, un par de meses hartándome de café americano, o el pseudoexpresso que sirven en el Starbucks. Qué tontería! El café fue lo que más me gustó de Little Italy, y es que a veces, las pequeñas cosas son las que más nos impresionan.

Un barrio precioso, de los que hay que ver, no solo por lo que he dicho, sino porque sigue teniendo ese encanto, no italiano, pero sí americano de aquellas películas de Scorcese, dónde los italianos son unos mafiosos, y es que respirar el mismo aire que en su día respiró Al Capone, o que podría haber respirado El Padrino vale la pena. Ya se que no todo pasa en Nueva York, pero es que Little Italy no es un barrio de Nueva York, es un barrio que como Chinatown se repite en todas las ciudades norteamericanas, y es que lo italiano se ha hecho un sitio, y en cualquier ciudad vale la pena visitarlos, sobretodo siendo uno mediterráneo, ya que queramos o no, los italianos y los españoles nos parecemos más de lo que creemos.

Este tipo de barrios son barrios en los que nos debemos de fijar, ya que en un futuro, las grandes ciudades españolas pasarán a tener este tipo de guetos por nacionalidades, que no son malas para nada, son un paso más hacia ciudades más ricas y más cosmopolitas. Así, quizá no veamos el barrio italiano en Barcelona, pero sí que seguramente veremos el barrio pakistaní, argentino o peruano. Y eso es muy bueno, ya que pasaremos a ser más ricos culturalmente. Para eso no debemos de considerar estos barrios como guetos en los que no se debe entrar, sino que como un barrio más de nuestra ciudad en el que nos podemos dar una vuelta de tanto en tanto y así evitar coger el avión para viajar….

No hay comentarios: